Por Gerson Serna (Pastor, teólogo y especialista en familia) [1]
Resumen
A continuación, se examina críticamente la ideología de género, comparándola con una forma de colonización cultural que busca deconstruir los fundamentos de la sociedad occidental. Se argumenta que esta ideología actúa derribando las instituciones esenciales como la familia y la iglesia, que han sostenido los valores, las leyes y la espiritualidad por más de dos milenios.
El concepto de deconstrucción, originado por el filósofo francés Jacques Derrida, es explorado como un método crítico que pone en cuestión las estructuras establecidas de pensamiento y lenguaje. Este enfoque ha sido adoptado por ideólogos de género para cuestionar la realidad natural y biológica del ser humano y redefinir el concepto de identidad más allá de las bases racionales establecidas. El texto aborda también la influencia de la revolución sexual en la ideología de género, destacando cómo figuras como Freud y Reich han contribuido a un enfoque que centra la existencia humana alrededor del placer sexual. Se sugiere que la revolución sexual y sus consecuencias, como la trivialización del sexo y la desvalorización del matrimonio, son manifestaciones de este influjo ideológico.
Un intento por deconstruir los valores culturales
El 1 de septiembre de 2015, el autoproclamado Estado Islámico publicó un vídeo en el que se ve cómo destruyen el templo de Baalshamin, una de las ruinas mejor conservadas hasta la fecha de la antigua ciudad de Palmira (actual Siria); su antigüedad era de casi dos mil años.
La guerra religiosa que provocó el EI es, a su vez, un intento de colonización, por lo que ha provocado que muchos lugares antiguos fueran destruidos. Una de las formas más conocidas y crueles, por parte de los colonizadores, fue, precisamente, la destrucción de la cultura, se dinamitan templos, se prohíben las tradiciones y el uso del idioma propio y se borran registros.
Consideremos una estructura magnífica, erigida con la más alta calidad de materiales, embellecida con detalles exquisitos y dotada de un diseño extraordinario. Naturalmente, esperamos que esta construcción perdure. Requiere cuidados continuos para preservar su condición prístina y asegurar que su belleza resista el paso del tiempo. Mientras la estructura se mantenga firme y funcional, la idea de demolerla es impensable, ya que está claramente diseñada para sobrevivir y servir a través de las generaciones.
No obstante, de repente surge una voz que proclama la necesidad de derribar la construcción existente para reemplazarla con una nueva edificación. ¿La razón? Simplemente porque no se ajusta a su preferencia personal, porque los materiales no son de su agrado, y porque, a pesar de su funcionalidad, buscan imponer un diseño distinto. Motivados por una visión renovada, proceden a demoler lo que estaba y dan paso a la construcción de algo completamente nuevo.
Ahora bien, podemos comparar este edificio con aquellas bases sobre las cuales nuestra cultura occidental ha sido construida. Una construcción que ha permanecido, que ha funcionado, que ha sido gloriosa y que ha dado estabilidad y orden durante más de dos mil años a nuestra sociedad. Esto es sencillamente magnifico. ¿Cómo se ha logrado? A partir de guardar con celo las bases familiares, espirituales, morales y sociales; protegiendo los valores, los principios, las normas, las leyes y, sobre todo, teniendo a DIOS como el supremo bien de nuestra sociedad. En otras palabras, guardando las instituciones que tanto bien le hacen a la vida espiritual y emocional de la sociedad: LA FAMILIA Y LA IGLESIA.
Pero de improviso, alguien irrumpe declarando su desagrado y disconformidad, insistiendo en que se debe abandonar la estructura actual para erigir algo completamente diferente en su lugar; algo que requiere la desarticulación de las entidades fundamentales como Dios, la familia y los valores cristianos. Este proceso puede ser identificado como deconstrucción o colonización cultural. La fuerza impulsora detrás de este ímpetu destructivo es la ideología de género.
Esto escribió Jorge Bergoglio, refiriéndose al trabajo que pretenden hacer ciertos grupos con la promoción de ideas anticristianas:
«Las colonizaciones ideológicas y culturales miran sobre todo al presente, reniegan del pasado y no miran al futuro: viven en el momento, no en el tiempo, y por esto no pueden prometernos nada […] Con este comportamiento de hacer a todos iguales y borrar las diferencias, cometen, hacen el pecado feísimo de blasfemar contra el Dios creador». Y agrega: «Cada vez que llega una colonización cultural e ideológica se peca contra Dios creador porque se quiere cambiar la creación como Él la ha hecho»[i].
Origen de la idea de deconstrucción
La deconstrucción es un enfoque filosófico y crítico desarrollado por el filósofo frances Jacques Derrida en la década de 1960. Se trata de un método que busca desmantelar y cuestionar las estructuras y jerarquías de los sistemas de pensamiento, lenguaje y representación. Asume los conceptos y las ideas como algo que está condicionado por el contexto histórico, social y cultural en el que surgen, lo cual no tendría mucho valor para asumirlo como real. En otras palabras, promueve la deconstrucción de la realidad. Es decir que, para esta forma de pensamiento, no existen los sujetos, ni los objetos, sino que todo se va creando.
Por ejemplo, es conocimiento común que una cama es el mueble donde nos acostamos para descansar o dormir; igualmente, es evidente que la sociedad es quien atribuye significado y función al término “cama”. Bajo la perspectiva de la deconstrucción, esa realidad es una construcción lingüística; por lo tanto, no es inherente y es susceptible de ser redefinida. Así, lo que conocemos como “cama” podría reinterpretarse como una “rueda” o cualquier otro concepto que elijamos asignarle.
Este enfoque fue asumido por muchos otros pensadores, que fueron dando forma y extendieron la idea «deconstruccionista», hasta ser asumida por los ideólogos de género para atentar contra lo natural y biológico. De aquí se apoyan para atacar lo racionalmente establecido para poner otra base, y decir que no se nace hombre o mujer, sino que lo impone la sociedad con el lenguaje. El hombre no existe, la mujer tampoco, es la sociedad la que le dio ese significado, por tanto, podemos derribar las ideas de familia, matrimonio, hombre, mujer, persona, Dios, y que sea lo que cada uno quiera y crea que es.
¿Ya sabes entonces, porqué la ideología de género quiere destruir el concepto de mujer, hombre, madre, padre, y categorizar o construir cuantos géneros o ideas absurdas quieran inventar? Por lo tanto, si la realidad no existe, y alguien se la inventó, se puede construir lo que sea: hombres que son mujeres, mujeres que son hombres, personas que no son ni hombre/mujer (queer), mujeres que son no binario, hombres que son «transespecie», mujeres que son «transcapacidad», personas menstruantes o «seres eyaculantes». «¡Abajo el patriarcado y arriba el feminismo!».
Esta ideología está presente en todas las agencias de las Naciones Unidas desde los años 90, en concreto, en el Fondo de Población (UNFPA), en el Fondo para la Infancia (UNICEF), en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y en la Organización Mundial de la Salud (OMS), que han elaborado muchos documentos con categorías propias de esta ideología[2].
La deconstrucción de la cultura
La deconstrucción busca cuestionar nuestras bases culturales, incluyendo el lenguaje, costumbres, familia, sexualidad, religión y moralidad. Su objetivo es desestabilizar y destruir para instaurar una nueva cultura basada en la ideología de género y la inmoralidad.
La ideología de género es central en este ataque cultural, buscando influir en la vida privada y social, imponiendo una realidad irracional. A través de la deconstrucción cultural, cuestiona certezas, relaciones humanas y lo espiritual, moldeando así la sociedad; se enfoca en cambiar la cultura, atacando múltiples áreas sociales. Su principal objetivo es desmantelar la familia, matrimonio, espiritualidad y sexualidad, dejando a la sociedad sin bases sólidas.
Deconstrucción de la sexualidad
La revolución sexual y sus implicaciones en la IG
Cuando inicié mis estudios de psicología hace aproximadamente 10 años, aún se mencionaba a Sigmund Freud (1856-1939) como un gran exponente que había dado respuestas a los problemas emocionales de la sociedad. Entre sus teorías estaba, que el placer y la manifestación sexual constituían el centro de la existencia humana; con esto, prácticamente propuso una teoría «sexocentrista».
Freud planteó erróneamente que una cultura o civilización es el resultado de prohibiciones, es decir, que la cultura está determinada por los derechos que prohíbe y cómo los prohíbe. ¿Cómo puede una prohibición o represión de los instintos originar una cultura? Porque, según Freud, al reprimir los instintos humanos, esas fuerzas interiores son enaltecidas y redirigidas hacia otros propósitos, tales como el arte, la política o la educación[3].
En 1936, Wilhelm Reich (1897-1957) escribió La revolución sexual, libro en el que llegó a afirmar que los problemas sociales y mentales dentro de la sociedad eran culpa de la represión sexual que había ejercido la iglesia y la familia. Las personas tenían una energía que no podían liberar (orgasmo), lo que generaba una gran cantidad de problemas sociales.
La teoría de Freud fue continuada por este pensador, que, a su vez, decía que, si había una revolución económica, cultural, y no sexual, entonces, no sería efectiva la revolución en el mundo. En su libro, anima a las juventudes y a todas las personas a vivir libremente su sexualidad y sin ninguna clase de remordimientos. La verdadera libertad sería sexual, el sexo y el orgasmo como los libertadores del mundo.
Wilhem Reich y Herbert Marcuse (1898-1979), aunque se apoyaron en las tesis de Marx, Hegel y Freud, al ver que el marxismo no logró su cometido en la sociedad, trasladaron esa lucha hacia una teoría de la sexualidad; ya no sería una lucha de clases sociales, sino una lucha de sexos, puesto que concluían que la desigualdad se presentaba a partir de la unión marital. Expresaron que la mujer no sería más dominada y usada para la crianza de hijos, sino que debía ser libre como el hombre, para disfrutar como quisiera del placer sexual; el hombre no sería más su verdugo, y podría revelarse contra él y se opondría a la procreación.
Muchos han oído de la Escuela de Frankfurt, otros no, pero en alguna parte de la investigación sobre la ideología de género, siempre tendrá que aparecer, pues los ideólogos de esta corriente radicalmente marxista tomaron las ideas de sexualidad de Freud, Reich y Marcuse para volverlas políticas. Con el traslado de esta ideología al terreno de la política, muchos gobiernos adoptaron la corriente contrasexual, una filosofía basada propiamente en el sexo como la oportunidad de poner en disputa al hombre y a la mujer; se cambió la lucha de clases de Marx que no funcionó, por una lucha de sexos, hombre enemigo de la mujer, y minorías que se consideraron víctimas del resto de la sociedad.
La teoría de Reich comenzó a lograr su cometido cuando por los años 60 del siglo pasado estalló lo que se conoce históricamente como la revolución sexual. Miles de jóvenes por toda Europa comenzaron a vivir su sexualidad libremente, y surgieron ideas perversas, como que había que practicar la promiscuidad, y no tener una pareja sexual estable, de lo contrario, se era parte del sistema opresor.
Frases poderosas como «Hagamos el amor y no la guerra» se volvieron toda una forma de vida. Todo lo éticamente establecido comenzó a ser derribado desde sus bases: ya no más matrimonio, nada de tener relaciones serias, ninguna mujer debía someterse a un esposo o a la crianza de los hijos. Por el contrario, comenzaron a reclamar derechos sobre sus cuerpos, y se empezó a promover de manera descarada la idea de que abortar se podía constituir en un derecho.
Pero no solo fue esto, a partir de entonces se pusieron de moda los anticonceptivos, se promovió la enseñanza de la sexualidad en las escuelas, colegios y universidades, por lo que los jóvenes comenzaron a tener relaciones sexuales sin control desde edades muy tempranas. La sexualidad se distorsionó y produjo un desorden social casi irracional.
Consecuencias de la revolución sexual
Con todo este desorden moral, otros fenómenos fueron sucediendo como un efecto dominó: la sexualidad se trivializó y se despojó de toda su dignidad; la virginidad se rechazó y fue objeto de burla. El sexo se volvió un pasatiempo y la mujer se convirtió en un objeto que se usa y se desecha. Aumentó el cáncer de cuello uterino, crecieron los divorcios y bajó el índice de natalidad. Se creó todo un culto al sexo solo por placer.
Esta revolución sexual trajo consigo una serie de cambios en las actitudes y comportamientos en muchas sociedades occidentales. Aquí algunas de las implicaciones negativas comúnmente conocidas:
- Incremento de las enfermedades de transmisión sexual (ETS): A medida que la promiscuidad se volvió más aceptable, en algunas áreas se registró un aumento en la incidencia de ETS. La poca precaución en las relaciones sexuales aumentó los casos de contagios.
- Dificultades en las relaciones interpersonales: La promoción de la libertad sexual llevó a una mayor cantidad de encuentros sexuales casuales, lo que resultó en relaciones más superficiales con menos compromiso emocional, y duraban poco tiempo porque no había estabilidad.
- Expectativas sexuales: La revolución sexual también ha llevado a la creación de ciertas expectativas sobre la sexualidad y la apariencia física. Esto ha generado presión social en las personas para que se ajusten a ciertos estándares sexuales o estéticos, lo que causa ansiedad, baja autoestima y depresión. Eso es lo que promovió play boy con sus portadas de mujeres exuberantes a partir de los años 70, y promovió un estándar de belleza y sexualidad. Y aunque las revistas de play boy no son tan conocidas en este tiempo, fue la base para la pornografía y la moda de mostrar la desnudez del cuerpo en las redes sociales; Tal cual.
- Explotación sexual: La industria del entretenimiento para adultos y la pornografía experimentaron un auge significativo en la revolución sexual. Esto fomentó la explotación sexual y la trata de personas. Sin embargo, existen defensores de estas prácticas, que consideran el desorden como una expresión artística de la sexualidad. Esto en verdad, refleja su propio desorden sexual.
- División familiar y destrucción de hogares: La revolución sexual también tuvo un impacto en las relaciones familiares y en la propia estructura familiar, ya que contribuyó a un aumento en las tasas de divorcio y al debilitamiento de las relaciones en el hogar, logrando la deconstrucción en esta área importante de la sociedad.
El siguiente fragmento nos permite entender con mayor precisión lo que estamos diciendo:
Todo este ambiente cultural y antropológico ha originado un cambio profundo en la relación inherente entre el sexo, el amor y el matrimonio. De hecho, cuando nos acercamos a los medios de comunicación social, al mundo de la publicidad, o bien, a todo lo que gira en torno a la problemática juvenil, descubrimos una distorsión y reducción del significado de la sexualidad humana a través de una propaganda erótica casi continua. Es difícil, en este ambiente, ver la sexualidad con unos ojos limpios. Permanentemente somos invitados al sexo por la propaganda de una industria que mueve una ingente cantidad de intereses económicos, utilizando como reclamo la atracción del cuerpo humano como objeto de placer[4].
La sociedad actual no está muy lejos de la generación de los años 60. El sexo se ha convertido en un dios al que se le satisface todos sus caprichos, a tal punto, que ha llegado a influenciar a muchos jóvenes cristianos, sin que ellos sepan el porqué de aquello que aceptan como normal.
Llegamos así a un punto clave que nos interesa hacer notar, y es que muchas de las cosas que la IG quiere imponer, tienen sus bases en la revolución sexual. Asuntos como el matrimonio homosexual, los supuestos derechos reproductivos y la educación sexual integral en las escuelas[5], no son más que otras de las consecuencias de esta revolución sexual. Esta fue una gran oportunidad que la IG aprovechó para su oscuro propósito: deconstruir la sexualidad, la familia, los valores y la promoción del aborto.
En la revolución sexual fue también importante Michel Foucault, un pensador que influyó profundamente en los ideólogos de la IG. Según su pensamiento, la contra-sexualidad, es la forma más eficaz de resistencia a la producción disciplinaria de la sexualidad en nuestras sociedades. La contrasexualidad es una forma de luchar contra las sanas relaciones sexuales. «Por lo tanto, habría que buscar la producción de formas de placer, a saber, alternativas a la sexualidad moderna; así, lo que se busca, otra vez, es negar la realidad biológica de nuestros cuerpos para inventar excentricidades que “subviertan” las funciones eróticas»[6].
Estas teorías no pueden salir de mentes sanas, sino de personas que, incuestionablemente, tenían problemas mentales.
Freud a finales del siglo XIX es un consumidor habitual de cocaína. Evidentemente, con el tiempo se da cuenta que lo de la cocaína, más que un proyecto, es un problema, y decide pasar de la intoxicación voluntaria de la cocaína a la cura a través de la palabra […] Pero, en realidad, no abandona nunca la cocaína[7].
En el caso de Reich, el hombre de la revolución sexual, era conocido por su inclinación a la pedofilia. Entonces, vale preguntarse: ¿qué cosas buenas se puede esperar de esta clase de moralidad? Lamentablemente, ese es el reflejo de la perversión humana, y el reflejo, también, de una sociedad que no sabe diferenciar entre lo bueno y lo malo. Es más, entre más liberales sean las ideas, más aprobación parece que encuentra.
Qué bueno es entender que la sexualidad no es un asunto secundario en la Palabra de Dios, sino que en muchas ocasiones fue mal interpretado por lectores de la Biblia o por quienes la interpretan desde los prejuicios morales, por lo cual, sometieron la sexualidad a un pecado. Cuando a alguien en algún lugar le dio por decir que la relación sexual era algo malo, lo despojaron de su verdadero significado como don y regalo de Dios.
Mientras tanto, el desorden sexual es una simple muestra de la verdadera naturaleza carnal del hombre. Pero, cuando llegamos a Cristo, sometemos esos bajos instintos, y podemos distinguir entre lo bueno y lo malo en cuanto a las relaciones sexuales. La IG distorsiona por completo lo bueno, lo natural y lo biológico; quieren deconstruir el aspecto sexual del ser humano para que el mundo de nuestros hijos sea un mundo donde lo inmoral se vuelva común, y lo bueno que Dios creó, sea visto como algo malo.
Deconstrucción de la familia
La Conferencia Episcopal de España define a la familia como la comunidad más original, profunda y universal de la humanidad. Aduce que es crucial para la aparición de cada ser humano. Que en ella se inicia nuestra genealogía, que nos sitúa en el tiempo —historia— y el espacio —lugar en el mundo—, y que tiene una importancia tan grande en la vida personal y social que es capaz de adaptarse a las más variadas circunstancias[8].
Con esto, es que podemos decir que las familias constituyen el ámbito más adecuado en el que cada persona llega a ser genuinamente humana y puede desarrollarse. Es el seno de vínculos a través de los cuales la mayoría de la humanidad da lo mejor de sí misma. Es la que proporciona a cada persona las mayores alegrías, atravesadas también por el dolor que el amor o su ausencia a veces provoca. Es en el ámbito familiar en el que la mayor parte de la humanidad alcanza la plenitud del amor[9].
Desde hace algún tiempo, la institución de la familia ha sido calificada por el progresismo político como anticuada. Es decir, para muchos, la familia pertenece a la historia pasada, ya que no se adapta a los «valores» del momento. El ataque es constante, porque la familia no se acomoda a la falsa idea de progreso, esa idea impuesta de que hay que aceptar el aborto, la eutanasia, el desorden sexual y los matrimonios entre homosexuales. Los medios «progresistas» han fomentado toda clase de mentiras, acusándola de no permitir la liberación sexual y el desorden moral; y, además, la señalan como culpable de las desigualdades en la sociedad actual, porque supuestamente no apoya el «progreso».
En verdad, la familia ha sido una institución resiliente, evolucionando a través del tiempo mientras mantiene las raíces sólidas que constituyen su fortaleza. Siempre se ha enfocado en el bienestar colectivo y sigue resistiendo, consciente de que enfrenta conceptos que amenazan su integridad.
El mundo actual se ha forjado sobre la base de la familia, correctamente reconocida como el fundamento o núcleo de la sociedad. El avance de las naciones se ha apoyado en su contribución.
Son las familias las que transmiten aquellos valores inalienables para una sana convivencia. Estos valores se repiten, se transmiten y se prolongan en el tiempo. Somos el fruto de aquella forma de vida que vivieron nuestros antepasados, una tradición que nos enseñó y formó con valores racionales y con resultados sumamente efectivos. Lamentablemente, el progresismo no tiene ningún interés en darle continuidad a dichos valores, por el contrario, hace caso omiso a los resultados que antes daba estabilidad a la sociedad.
Ahora bien, hablando específicamente de la familia en nuestra cultura occidental, sabemos que tiene sus bases en principios judeo-cristianos. Sin embargo, si analizamos los valores que definen la cultura de otros pueblos, no es tan distinto del cristianismo. Los valores y las leyes que han definido los pueblos y las culturas ancestrales han sido la forma como se ha modelado la historia de la humanidad. Los derechos humanos son levemente distintos, pero siempre tienen la misma finalidad. El derecho a la vida, por ejemplo, se protege a toda costa. El concepto de familia no tiene una concepción distinta a la de un hombre y una mujer que procrean, preservan la prole, dan a luz la vida, viven en comunidad, se complementan y se protegen.
Así, entonces, se puede afirmar que la familia representa respeto, amor, solidaridad, protección, igualdad, seguridad, educación, vida y mucho más. Ya vimos, como fue que se implantó la semilla del odio y la maldad a partir de algunos pensadores contra la institución de la familia; le han declarado una guerra a muerte, pero no vamos a dejar que caiga en este entramado de mentiras y engaños. Somos una fuerza que supera en creces estas destructivas formas de pensamiento, tenemos que alzar nuestras voces y desenmascarar la frialdad con la que nos han atacado. ¡Somos más que vencedores!
Deconstrucción del matrimonio
El matrimonio, sus creencias y sus convicciones han sido una fortificación que ha permanecido a lo largo de la historia gracias a que lo sostiene la presencia de un Dios personal, bondadoso y justo, que en su sabiduría infinita, ha tejido el hilo de la vida al formar al hombre y a la mujer. Este Creador divino no solo les infundió vida, sino que también les impregnó con una dignidad inalterable, equitativa en esencia, pero única en sus expresiones; los diseñó distintos en su naturaleza, complementarios en su esencia, para que juntos formen una unidad profunda e irrompible. En esta comunión sagrada, se les confirió la noble tarea de unirse como una sola entidad en cuerpo y espíritu, una alianza sellada por el amor y la promesa de perpetuidad. Les asignó la responsabilidad y el privilegio de la procreación, la extensión de su amor en la forma de hijos, a través del matrimonio, cimentando así las bases de la familia y el linaje humano.
Pero la IG procura deconstruir el matrimonio nuclear por ser el baluarte de la verdad heterosexual, institución entre un hombre y una mujer, entre hembra y macho, entre un esposo y esposa, por ser lazo del amor que genera una nueva vida por medio de la procreación. «La familia es cuna de la vida humana. Si la sociedad no la protege está condenada a destruirse a sí misma»[10].
El matrimonio se erige fundamentalmente como una institución divinamente instaurada, una bendición y una ordenanza del Dios creador. No emergió de la necesidad transaccional de las sociedades antiguas, ni surgió como una ideología impuesta por intereses egoístas. En lugar de eso, el matrimonio fue concebido con la más altruista de las intenciones: proporcionar un ámbito sagrado en el que el amor divino pueda manifestarse y ser vivenciado por el ser humano. Es en este espacio consagrado donde dos almas se unen para reflejar y honrar el amor y la gracia de su Creador.
Dios diseñó el matrimonio como el elemento fundacional de la sociedad humana. Antes de que existieran la Iglesia, la escuela o los negocios (hablando formalmente), Dios instituyó el matrimonio al declarar: «Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y se harán una sola carne» (Gn 2.24). Es importante enseñar esto a los jóvenes. Si el matrimonio fuera de origen humano, entonces los seres humanos tendrían derecho a descartarlo, pero como fue Dios el que lo instituyó, solo Él tiene derecho a eliminarlo. El ataque al matrimonio que contemplamos hoy, es en realidad, un ataque a la sociedad (y a Dios mismo).
Además, el matrimonio es el fundamento sobre el cual descansa la Iglesia, como sociedad especial de Dios; por tanto, el ataque contra el matrimonio (alrededor del cual se conforma la familia) es un ataque a la sub-unidad básica de la Iglesia. Por todas estas razones, un ataque a la familia constituye un ataque al orden de Dios en el mundo y a su Iglesia[11].
El ataque solapado está debilitando al matrimonio establecido por Dios debido a todas las fuerzas que la acechan. La IG tiene como prioridad la destrucción del matrimonio a través del proceso de deconstrucción, o también, podríamos decir aquí, la desfiguración del matrimonio. Esta amenaza se da a través de otros tipos de matrimonios, como el homosexual, con un ingrediente absolutamente fuera de los parámetros establecidos, la adopción de niños para poderse llamar «familia». Eso es una deconstrucción familiar con consecuencias negativas para todos, ya que va en contra de la propia naturaleza.
Pero sabemos, que el matrimonio es un vínculo reconocido socialmente, regula la unión entre dos individuos —un hombre y una mujer—, ofrece un marco para la posible transmisión de la vida, y desempeña un papel vital en la sociedad. Al intentar equiparar con el término “matrimonio” relaciones entre dos personas que no pueden concebir, se busca nivelar lo que objetivamente es distinto. Se desprecia así, la relevancia de las diferencias sexuales con la intención de equiparar en derechos a cualquier tipo de unión entre dos individuos. Esto conlleva a una devaluación de la institución matrimonial, que se redefine como la unión entre dos personas.
Por ejemplo, veamos algo sorprendente dentro nuestra sociedad, la “familia” que no tiene hijos humanos sino “hijos” animales. De acuerdo con una encuesta de 2019, de la firma de análisis JWT Intelligence, el 89 % de los estadounidenses solteros y el 91 % de los que viven en pareja consideran que las mascotas son hijos[ii].
El periódico El Mundo informó en una de sus notas que los hogares españoles con mascotas han duplicado el número de hogares con niños, y presenta al lector un enternecedor testimonio de una pareja que, tras «decisiones muy meditadas», compró dos perros. La mujer expresa: «Me hacen tremendamente feliz y querida», los perros «no son mascotas, son nuestra familia», «No quiero ser una madre humana»[12]. Ella entiende que sus perros son casi literalmente sus hijos. La sola idea de la paternidad se ha vuelto tan irracional que incluso se ha empezado a hablar de tocofobia: el miedo irracional a quedar embarazada.
Si los animales ahora son hijos, entonces, por derecho, son familia; y si familia, también herederos. Como ejemplo, tenemos el de un empresario de Tennesse, Estados Unidos, que en su testamento, ampliamente difundido en medios locales, apareció: «Cinco millones de dólares serán transferidos a un fideicomiso que se creará tras mi muerte para el cuidado de mi border collie Lulu[iii]. Este es tan solo uno de los muchos casos que se presentan por todo el mundo, una tendencia que parece aumentar con el paso del tiempo.
En un primer momento suena cómico ver cómo la sociedad ha humanizado a los animales y ha deshumanizado al ser humano. Todas estas prácticas que vemos con asombro no son más que la influencia que está generando la IG sobre personas ignorantes y alejadas de toda racionalidad. No estamos señalando que el hecho de tener mascotas y darles el cuidado necesario sea malo. De lo que hablamos es del absurdo al que ha llegado la humanidad, y de cómo muchos sirven de instrumento para fomentar las obsesiones de ideólogos de género que, tras sus más oscuras perversiones, promueven toda una distorsión del concepto de matrimonio, destruyendo los valores fundamentales.
Al respecto, se puede inferir que la generación actual no tiene como principio el matrimonio como una manera de construir sociedad. Ahora la moda es no casarse, y se ha normalizado la práctica de una vida sexual sin compromiso y sin compartir emociones, solo la mera satisfacción del placer sexual. Esto ha provocado que muchos jóvenes lleguen a la edad adulta y sigan viviendo con sus padres, lo que a su vez genera un neoindividualismo, que no es más que la destrucción de la solidaridad, los vínculos y la dimensión colectiva. Cada vez, son más las personas que viven su propia satisfacción y el consumo excesivo, sin importarle las demás personas, por lo que no se le da importancia a las relaciones estables, y mucho menos a la idea de tener hijos; por el contrario, esto se ve ahora como un problema, y las relaciones matrimoniales un sacrificio de los propios caprichos y egoísmos.
Este es el reflejo del bombardeo ideológico que se ve a través de los medios de comunicación, y en charlas comunes y corrientes. Incluso, las familias cristianas han caído en el engaño ideológico de que tener hijos es un problema. Muchos jóvenes piensan que el matrimonio es privación de oportunidades. Todo esto ha generado una destrucción sin precedentes: la tasa de matrimonios ha venido descendiendo en las últimas décadas, así como la cifra de natalidad, fenómenos que están generando una desestabilización del orden social.
Los constantes ataques hacia la familia están generando una transformación social notable. Se desprecia la idea de transmitir un proyecto de vida en común, la complementariedad entre hombre y mujer, así como el valor de los hijos y los principios fundamentales de la vida. En su lugar, se promueven ciertos derechos de colectivos minoritarios, lo cual impacta negativamente en la sociedad al distorsionar la imagen tradicional de la familia.
Pero recordemos lo que enseña la Biblia, que el hombre no fue creado para vivir solo o aislado. Muchas de las personas que rechazan los valores del matrimonio y que deciden vivir en soledad terminan sufriendo estados de ansiedad y depresión; al no contar con el refugio que da la familia, se sumergen en hábitos destructivos: sexo, drogas, juegos de azar o en la pérdida de su identidad sexual.
Bien aconseja Battista Borsato, director de la Oficina de pastoral familiar de la diócesis de Vicenza (Italia): Tenemos que volver la mirada hacia la Biblia. En ella encontramos el relato de la creación de Eva (Gen. 2). Se trata de una historia maravillosa en la que podemos notar una poderosa e intuitiva reflexión sobre la relación hombre-mujer, sobre su atracción mutua. ¿Cuál es el sentido más denso de este relato? Se afirma que Dios, después de haber creado a Adán, se puso a pasear con él a la hora de la brisa (3,8) y habló con él. Se trata, por tanto, de una relación de intimidad y de diálogo entre Dios y Adán. Luego, se indica que Dios entregó toda la creación a Adán: las plantas, los animales, los ríos, la tierra… Adán se convierte en dueño de todos los bienes materiales. Sin embargo, se nos dice: está triste porque está solo. ¿Cómo solo? ¿Acaso no tiene la amistad de Dios? ¿No tiene la posesión de las cosas, de los bienes materiales? Estas dos realidades no consiguen remediar la soledad del hombre, una realidad que será transformada con la llegada de Eva. ¿Cuál es el sentido de esto? Solo la relación interpersonal hombre-mujer consigue darles a ambos el significado de la vida[13].
En esta misma línea, encontramos la tarea de la pareja, ser feliz y hacer feliz al otro. Todas las sociedades necesitan de la virtud de un matrimonio real. El matrimonio ha dado una gran lección de participación e igualdad por los derechos y por el respeto a la vida. Así mismo, ha sido la que transmite y alecciona en medio de aquellas graves situaciones que la humanidad ha vivido. Es la primera escuela en la que se transmiten las buenas costumbres, los grandes valores y la estabilidad emocional de las personas, aspecto fundamental para el desarrollo como individuos. Por eso, se requiere hacer un llamado urgente y un grito profético en defensa de la familia, para que despertemos y no caigamos en el engaño y las trampas sutiles que han causado daños a cristianos y a no cristianos, por distraídos y carentes de sabiduría.
DESHUMANIZACIÓN
Deconstrucción de la identidad
La deshumanización podemos definirla como un sistema que convierte al ser humano en objeto, herramienta o instrumento manipulable. Es despojar de toda esencia al ser humano, y convertirlo en lo que dicte el sistema de control o de manipulación del momento. Esta práctica ideológica se puede identificar a lo largo de la historia; desde la esclavitud, que convirtió al hombre en un simple objeto económico, hasta la esclavitud moderna. Una vez el ser humano no sirva más a ciertos intereses, entonces, se desecha como cualquier articulo prescindible.
Ejemplo de ello, podemos verlo en la aplicación legal de la eutanasia, que es, supuestamente, una muerte muy calmada y tranquila; aquí van a parar personas que afirman no tener motivos por el cual vivir, siendo sometidas, entonces, a una muerte asistida. Ahora que las fuerzas se les han agotado, y después de haber dado la vida entera a un sistema de control laboral, entonces, no «sirven» más. Solución, una muerte legal. Estas leyes no son aplicaciones benévolas, sino la manifestación legal de la deshumanización en favor del beneficio económico de algunos.
La eutanasia y el suicidio asistido legitiman la muerte como solución a problemas que parecen irresolubles. De manera indirecta puede animar y justificar a quien decide poner fin a su vida. Una sociedad no puede, al mismo tiempo, mostrar su preocupación por el incremento de los suicidios y legitimar la muerte como derecho que soluciona problemas. El poder total sobre la propia vida nunca ha sido un bien absoluto[14].
La deshumanización también se da a través del lenguaje, cuando se promueven de manera camuflada y corrompida para degradar a otros; de esta manera, se elimina el concepto de humanidad en el otro, reduciéndolo o comparándolo a cosas. Cuando se dice «interrupción voluntaria del embarazo», se está haciendo uso de eufemismos para no decir que se le está quitando la vida a un ser humano, lo que ayuda a justificar el aborto, pues se estaría igualando al ser en gestación a un simple objeto. El embarazo se ha convertido para muchas personas en una carga de la cual hay que despojarse; por lo que, si se cometió un «error», entonces, hay que desecharlo.
¿Por qué no se castiga este acto y, por el contario, se aprueba mediante leyes? Porque concluyen erróneamente que no es un ser humano, sino un «saco de células». Los derechos humanos son para todas aquellas personas vivas, independientemente de su nacionalidad, pero un saco de células no tiene la oportunidad de derechos, y así comienza el proceso de deshumanización. Algo así sucedía con la maquinaria de muerte de los nazis, cuando decían que los judíos vivos eran una plaga, y que los muertos eran maniquíes.
El antinatalismo es un ataque a la misma existencia humana, al menospreciar la vida misma. Analicemos el caso de la política del «hijo único» en China, donde se controla la reproducción. Se practican abortos masivos cuando hay muchos niños, pero se promueve la natalidad cuando hacen falta; esto no es más que un acto utilitarista, en el que el ser humano es un simple objeto antes de nacer, y si nace es para ser instrumentalizado. La deshumanización es destructiva y usada para muchos fines. Es el aplastamiento de la dignidad humana, se da de forma masiva y se aprueba por gran parte de la población. La dignidad humana no existe para estos sistemas, pues le arrancan su humanidad volviéndola herramienta. El valor no está en la persona, sino en la capacidad de ser usada o instrumentalizada con fines ideológicos, a través de experimentos científicos que sirven a los caprichos de algunos pocos a costa de la salud emocional de otros. Así los niños y los jóvenes comienzan a ser mercancía de una ideología.
La IG pretende alcanzar la igualdad plena entre el hombre y la mujer a través de la desaparición de la diferencia, sustituyendo la naturaleza sexuada del ser humano por la tendencia u orientación sexual, a partir de lo que se conoce como ingeniería social y cultural. La dimensión sexuada del ser humano es sistemáticamente negada y combatida, intentando, así, obtener una ruptura de la sexualidad respecto a todo proyecto existencial de la persona. Ya no se habla de sexo, sino de género, que es una construcción cultural en cierto sentido distinta del sexo. No se habla de hombre y mujer, sino de masculino, femenino, neutro, fluido, etcétera[15].
La deconstrucción y la deshumanización ha llegado a extremos tales, que en tiempos pasados fueron inimaginables, por ejemplo, miremos el caso de los hipopótamos que fueron de Pablo Escobar. Ahora para protegerlos, los han denominado como personas legales, entonces, como persona legal, hay que luchar por sus derechos. Por otro lado, tenemos el caso de la persona «no humana» más famosa actualmente conocida, es un orangután, se llama Sandra y vive en Argentina. En nombre del progreso, se le quita derechos a los no nacidos, y se los dan a una persona no humana (Orangután), para preservarlo. Aunque claro está, entendemos su verdadera intención: deshumanizar al hombre, igualándolo a los animales; con razón se repite con tanta frecuencia que el hombre es un animal racional. Por lo tanto, la persona como un ser social pierde su significado.
Urbano Ferrer, catedrático de filosofía moral de la Universidad de Murcia, dice al respecto: «Abandonar el concepto de persona lleva en bioética a no reconocer a todos los seres humanos como tales». Además, Ferrer afirma que muchas veces se habla de individuo en un sentido abusivo, como si el concepto fuera intercambiable por el de persona[iv].
Es claro, entonces, que la IG pretende sustituir lo natural del ser humano, transformándolo en objeto a través de modificaciones y nuevas tendencias ideológicas. La sexualidad, que es inherente al ser humano, se utiliza para fines antinaturales, por lo que se construye, cual torre de babel, toda clase de géneros para degradar lo humano, convertir las personas en objetos ideológicos y transformarlos en individuos despojados de su sexualidad. Entonces, aparecen las personas no binarias, queer, los que fluyen entre géneros, los agénero o los que se transforman a partir de la mal llamada reasignación de sexo[16].
Deconstruir la identidad sexual también es deshumanizar. El ataque a las nociones tradicionales y binarias de la sexualidad hombre-mujer están siendo desafiadas por la IG. Los movimientos feministas y el lobby LGBT (instrumentalizados políticamente) están provocando la deshumanización de la identidad sexual al cuestionar el sexo biológico. Estos movimientos han generado una gran separación entre las personas y las nociones que han representado la realidad, como la idea de hijos, hombres, mujeres, matrimonio, familia, así como las distinciones de sexo masculino y femenino.
Conclusión
A lo largo de este análisis, hemos visto cómo la ideología de género ha promovido una deconstrucción sistemática de conceptos tradicionales y ha favorecido una deshumanización progresiva, que se ha ido legitimando mediante legislaciones que perpetúan este proceso. Fenómenos como los baños de género neutro, la ampliación de derechos para las personas transgénero y una educación sexual que pretende ser inclusiva, son reflejos de esta tendencia.
Pese a las tendencias contemporáneas que desafían la realidad biológica y las verdades racionales inherentes a la condición humana, persiste un colectivo comprometido con los principios originados en la Creación divina y la ley natural. La dicotomía de lo masculino y lo femenino, y el reconocimiento de lo biológico y lo empíricamente demostrable, no pueden ser desplazados por ideologías que desvirtúan la esencia humana.
Nos posicionamos firmemente contra aquellos preceptos contrarios que debilitan el tejido de la vida y nos aferramos a la lógica y al sentido común frente a cualquier intento autoritario por parte de las estructuras de poder para imponerlos. Convencidos estamos de que las manifestaciones de la ideología de género, como el aborto, la eutanasia, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la investigación con embriones humanos, la maternidad subrogada y la transexualidad, no son más que esfuerzos destructivos contra la esencia de la vida. Tales actos, lejos de custodiar la dignidad humana y los derechos fundamentales, representan una amenaza palpable a estos inalienables preceptos.
Disertación de Agustin Laje
[1] Tomado de mi libro: El Nuevo Caballo de Troya. Desenmascarando la ideología de género.
[2] Ibíd., p. 25.
[3] Pablo Muñoz Iturrieta, Las mentiras que te cuenta las verdades que te ocultan (Ontario: Metanoia Press, 2021), p. 44.
[4] Conferencia Episcopal Española, «El Dios fiel mantiene su alianza» (DT 7, 9), (Madrid: Edit. EDICE, 2023), p. 69.
[5] La educación sexual, tema que trataremos en el capítulo 4.
[6] Nicolás Márquez – Agustín Laje, El Libro Negro de la nueva izquierda. Ideología de género o subversión cultural (Madrid: Edit. Unión, 2016), p. 76.
[7] Beatriz Preciado, Charla Universidad de México. Políticas Transfeministas y Queer: tecnologías de disidencia de género (México: Edic. ZineDitorial, 2017), p. 20.
[8] Conferencia Episcopal Española, «El Dios fiel mantiene su alianza» (DT 7, 9), (Madrid: Edit. EDICE, 2023), p. 29.
[9] Ibíd., p. 29.
[10] Dennis Moran, Ideología de género: ¡La deconstrucción social! Edición de Kindle, p. 23.
[11] J.E. Adams. Matrimonio, divorcio y nuevo matrimonio (Barcelona. Edit. Clie, 2006), p. 8-9.
[12] Agustín Laje, Generación idiota. Una crítica al adolescentrismo (Ciudad de México: Harper Collins, 2023), p. 183.
[13] Battista Borsato, Imaginar el matrimonio (Santander España: Edit. Sal Terrae, 2003), p. 17.
[14] Ibíd., p.54.
[15] Conferencia Episcopal Española, «El Dios fiel mantiene su alianza» (DT 7, 9), (Madrid: Edit. EDICE, 2023), p.70.
[16] Todas estas definiciones serán estudiadas en el capítulo 7.
[i] Papa francisco, (21 de noviembre de 2017). Misas matutinas en la capilla de la domus sanctae marthae. No a las colonizaciones ideológicas. https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2017/docu ments/papa-francesco-cotidie_20171121_colonizacion-ideologica. html
[ii] Eva Millet, (26/05/2022), por qué tratar a las mascotas como hijos no es bueno ni para el animal ni para el humano. https://www.lavanguardia.com/magazine/buena-vida/20220519/ 8272131/mascotas-nuevos-hijos.html
[iii] La Vanguardia Barcelona, (15/02/2021). Un perro hereda 5 millones de dólares tras la muerte de su dueño y nadie sabe cómo gastarlos. https://www.lavanguardia.com/cribeo/fast-news/20210215/6248 345/perro-hereda-5-millones-dolares-muerte-dueno-nadie-como- gastarlos.html
[iv] UCV noticias, Noticia publicada el jueves, 8 de febrero de 2018. https://www.ucv.es/actualidad/todas-las-noticias/artmid/5804/a rticleid/1443/frente-a-la-deconstruccion-de-la-sexualidad-apostar -por-el-fortalecimiento-de-las-identidades-femenina-y-masculina