Recuento Histórico Acerca de la División de la Biblia en Capítulos y Versículos

Por Julio César Clavijo Sierra, Teólogo.
© Todos los Derechos Reservados.
Publicado originalmente en el año 2015, y revisado para esta nueva edición en 2024.
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Resumen: En la actualidad, cada uno de los libros de la Biblia se encuentra dividido en capítulos y versículos, lo que permite que se pueda hallar fácilmente un determinado pasaje. Sin embargo, es importante destacar que los escritores originales de la Biblia nunca la dividieron de esa forma.

Debido a la necesidad de facilitar la búsqueda de un pasaje particular, desde la antigüedad los creyentes idearon ciertas distribuciones textuales, aunque ninguna de estas fue adoptada universalmente. La Biblia Parisiense, publicada en 1226, fue la primera Biblia que contó con la división de capítulos que tenemos ahora, y el causante de ese arreglo fue el inglés Stephen Langton. En el año de 1555, el francés Robert Estienne (o Robertus Stephanus), publicó una Biblia en idioma latín, que incluyó por primera vez nuestra división actual de capítulos y versículos.

  1. Antiguas Divisiones de la Biblia

Los textos originales (hebreos, arameos y griegos) tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, no estaban divididos en capítulos y versículos. Los escritores sagrados compusieron un texto largo y continuo desde la primera hasta la última página, que inclusive no contaba con signos de puntuación que guiaran al lector.

Al parecer, la primera división sistemática de una sección de la Biblia surgió de la necesidad que tuvieron los judíos de implementar un plan de lectura organizado de la Ley (es decir de los libros del Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) para sus reuniones en sus sinagogas durante el día de reposo (o séptimo día). Así, alrededor del año 586 a.C., la Ley fue dividida en 154 secciones llamadas sedarim, que conducían a un plan de lectura de tres años. Unos cincuenta años más tarde, la Ley se seccionó en 54 divisiones llamadas perashiyyot, a fin de establecer un plan de lectura para un año. Como complemento, se seleccionaron 54 trozos de los libros de los profetas, a los que llamaron haftarot (o despedidas), porque con su lectura se cerraban las funciones litúrgicas de la lectura de la Biblia. (Ver Hechos 13:14-15 y 13:27). Lucas 4:16-30, narra que en una sinagoga de Nazaret, Jesucristo leyó la haftará que correspondía a ese día de reposo, y sorprendió a sus oyentes al decirles: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”. (McDowell, 1972; Moraleja, 2003; McClintock y Strong, 1880).

Posteriormente, además de la Ley, también se dividieron en párrafos los demás textos del Antiguo Testamento, y estos se indicaron por dos letras del alfabeto hebreo. La letra פ (Pe) indicaba la sección abierta de un párrafo que se iniciaba en una nueva línea, mientras que la letra ס (Sámej), indicaba la sección cerrada. Los ejemplares más antiguos conocidos, como el Rollo del Mar Muerto de Isaías (que data del año 150 a.C.), utilizan estas dos letras hebreas para sus divisiones de párrafos. (Würthwein, 1995). Sin embargo, no se obtuvo uniformidad, puesto que los judíos palestinos, se nos dice, tenían versos más cortos que los judíos babilonios. (Enciclopedia Católica, Biblia Hebra).

En el Nuevo Testamento encontramos una viva muestra de cómo se citaron las porciones de la Biblia en los primeros siglos de la Era Cristiana. Los escritores cristianos de los primeros siglos usaron esta misma manera para referirse a los textos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Estos se citaban haciendo referencia a un evento, a un personaje, a un autor o a un libro, pero con poca especificidad. Jesucristo se refirió a lo que hoy conocemos como el capítulo 3 del Éxodo, llamándolo el pasaje de la zarza (Marcos 12:26, Lucas 20:37). El apóstol Pablo se refirió a lo que hoy conocemos como 1. Reyes 19:14-18, diciendo que se trataba de un pasaje de la historia de Elías (Romanos 11:2-4). Jesucristo se refirió al Salmo 110:1, diciendo que eso fue dicho por David en el libro de los Salmos (Marcos 12:36, Lucas 20:42). El apóstol Mateo se refirió a lo que hoy se conoce como Isaías 53:4, diciendo que eso fue dicho por el profeta Isaías (Mateo 8:17). Al parecer, la cita más específica es aquella donde el apóstol Pablo dice: “como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy” (Hechos 13:33).[1] También hay referencias bastante generales que simplemente dicen: “lo dicho por el profeta” (Mateo 1:22-23), “escrito está en los profetas” (Juan 6:45), “como está escrito en la ley del Señor” (Lucas 2:23), “para que se cumpliese la Escritura” (Juan 19:24), “pues la Escritura dice” (Romanos 10:11), “la palabra que está escrita” (1. Corintios 15:54), “contiene la Escritura” (1. Pedro 2:8), etc.; o simplemente comenzaban a mencionar porciones de la Biblia de corrido con el discurso que venían desarrollando (Por ejemplo, Hebreos 1:5-14).

Los primeros cristianos se reunían semanalmente para leer los libros sagrados. Ellos siguieron el método judío de la lectura de la Ley y de ciertas porciones de los profetas, pero también le agregaron la lectura del Nuevo Testamento. Es por esto que, en una época muy temprana, resolvieron dividir los rollos del Nuevo Testamento en secciones o capítulos que pudieran ser cómodamente leídos en sus reuniones. (Moraleja, 2003). Parece que muchos copistas se sintieron en libertad de insertar divisiones a su antojo. Tertuliano (150-222 d.C.), escribió a finales del segundo siglo, acerca de capítulos de diferentes libros de la Biblia. Dionisio (190-264 d.C.) declaró que algunos habían examinado el libro del Apocalipsis capítulo por capítulo. (Green Sr., 1992).

A mediados del tercer siglo, Amonio de Alejandría completó una armonía de los evangelios (de Mateo, Marcos, Lucas y Juan). Para esto, tomó al evangelio de Mateo como su norma y lo comparó con los otros evangelios. Así se dispuso a mostrar los pasajes que eran comunes a los cuatro, los que eran comunes a tres, y así sucesivamente. En el siglo cuarto, Eusebio de Cesarea (260-340 d.C.) mejoró el trabajo de Amonio, dividiendo a los evangelios en secciones temáticas conocidas como kefalaia (tablas o cánones) dándoles una numeración. Estas secciones fueron mucho más pequeñas que las de nuestros capítulos actuales, ya que había 355 en Mateo, 234 en Marcos, 342 en Lucas y 231 en Juan. Dicha división se adoptó en muchos manuscritos que contenían el texto en latín y en griego (como por ejemplo el Códice Sinaítico). Hacia el final del cuarto siglo, se añadió una nueva división llamada titloi (títulos), que eran porciones de los evangelios con resúmenes colocados en la parte superior o inferior de la página, y que a su vez agrupaban a varias kefalaia. Había 68 titloi en Mateo, 48 en Marcos, 83 en Lucas y 18 en Juan. Los otros libros del Nuevo Testamento fueron similarmente divididos, aunque no sabemos exactamente cuándo. (Martin, 1882). Aunque las divisiones anteriores fueron bastante extendidas, esto no quiere decir que eran las únicas existentes. Por ejemplo, el Códice Vaticano, del siglo cuatro d.C., incluye marcas en el margen que son divisiones en ‘capítulos’ (para Mateo tiene 170 divisiones, que no son los 28 capítulos de la división que usamos; para Marcos 62 divisiones). (Arens, 2006).

Entre los siglos VI y X, el texto hebreo alcanza su forma definitiva. Este trabajo fue obra de escribas judíos que la historia conoce con el nombre de ‘masoretas’, de donde procede el nombre de Texto Masorético. Los masoretas se dedicaron a recoger y poner por escrito la masora, es decir, el conjunto de observaciones críticas sobre el texto inspirado acumuladas durante siglos, muchas de ellas transmitidas oralmente. Los masoretas introdujeron, además, todo un complejo sistema para la pronunciación y comprensión correctas del texto, cuyo valor a veces nos es desconocido: vocales, signos o acentos musicales (que indican el tono recitativo con el que el texto se tenía que leer), pausales (equivalentes a nuestros signos de puntuación), tónicos (acento normal de la palabra) y otros signos diacríticos. (Tábet, 2004). A partir del siglo VII, los masoretas subdividieron a los antiguos perashiyyot (que permitían leer toda la Ley en un año) en 669 segmentos más pequeños llamados sidrim, a fin de facilitar la ubicación de referencias. (McClintock y Strong, 1880). Para el siglo noveno, establecieron la división de todo el texto del Antiguo Testamento en versículos y en secciones (pisqah).

  1. La Actual División en Capítulos

Al parecer, nuestra actual división de capítulos y versículos fue iniciada por Lanfranco de Canterbury (1005-1089 d.C.), (Guilarte, 2012; Moraleja, 2003), y erróneamente algunos le han atribuido su completo desarrollo a él. (Albino, 1963; McClintock y Strong, 1880; American Bible Society, 1856). Él nació en Pavía (Italia). En el año 1042 se convirtió en monje católico romano, y para el año 1045 fundó una escuela en la Abadía de Bec (En Normandía, Francia), la cual adquirió una gran reputación atrayendo a alumnos de varias partes de Europa, y de ellos varios alcanzaron posiciones muy influyentes. Tras convertirse en consejero de Guillermo I de Inglaterra, alcanzó la influencia para ser nombrado arzobispo de Canterbury en el 1070 d.C. y ostentó dicho cargo hasta su muerte.

Una prueba de que desde el siglo XI, había un avance para la división en capítulos que poseemos actualmente, queda demostrado en el hecho de que cardenal Humberto de Silva Cándida, alrededor del año 1059, citó a los capítulos 12 y 13 del Éxodo, y al 23 de Levítico, de acuerdo con nuestra división actual de los capítulos. (McClintock y Strong, 1880).

Durante el siglo XIII floreció la Universidad de Paris (o La Sorbona), y esta se destacó como el mayor centro de educación teológica del catolicismo romano durante la edad media. Debido a la procedencia internacional de los estudiantes, se generó un cierto caos en razón a las diversas maneras que ellos tenían para identificar alguna parte de la Escritura, por lo cual se mostró claramente la necesidad de implementar un sistema normalizado de capitulación. (Metzger, 1977). Stephen Langton (1150-1228), de origen inglés, quien fue profesor de la Universidad de Paris durante unos 25 años (Encyclopedia Britannica, Stephen Langton), fue el encargado de trabajar en dicha unificación. A medida que los estudiantes iban regresando a sus lugares de origen, llevaban consigo la nueva división que habían aprendido en París. En el año de 1206, Stephen Langton viajó a Roma para ser nombrado cardenal, y en el año 1218 se trasladó a Inglaterra para ejercer como Arzobispo de Canterbury. Para el año 1226, la Universidad de Paris publicó una edición de la Vulgata Latina, conocida como la Biblia Parisiense, y en ella se introdujo la división hecha por Stephen Langton. (Pearse, 2013). Debido al renombre de la Universidad de Paris, esta edición alcanzó gran difusión (García, 1981) y se propagó por toda Europa, llegando a ser el único texto utilizado durante más de tres siglos. (Tábet, 2004). Las publicaciones posteriores siguieron el formato de Stephen Langton. (Plummer, 2010).

Posteriormente Hugo de San Cher (1200-1264) [en latín Hugo de Sancto Caro], dirigió a un grupo de unos 500 monjes en la realización de una concordancia para la Biblia en la versión Vulgata Latina. (The Church of England Magazine, 1857). Dicho trabajo fue terminado en el año de 1240. Como el objetivo fue el de facilitar la búsqueda de cualquier palabra en la Escritura, Hugo de San Cher subdividió a los capítulos en siete partes (no párrafos) de una misma longitud, y los marcó en el margen con las letras A, B, C, D, E, F, G, a fin de que se hiciera referencia a un pasaje con el número del capítulo y la letra (o letras) que lo contuvieran. (Encyclopedia Britannica, Bible; Brown, 2015). Sin embargo, en los salmos más cortos, la división no siempre se extendió a siete. Esta división (excepto en los Salmos) fue modificada por Conrad de Halberstadt (c. 1290), quien redujo las divisiones de los capítulos más cortos de siete a cuatro, de modo que se identificaran desde la A a la D. (Schaff, 1882-84). Una errónea opinión común, atribuye la división actual de los capítulos de la Biblia a Hugo de San Cher, y esta proviene del testimonio de Gilbert Genebrard (m. 1597), quien dijo que cuando el cardenal Hugo hizo la concordancia, también hizo esa división. (Schaff, 1882-84). Sin embargo, hemos visto que la actual división en capítulos fue terminada por Stephen Langton, y que Hugo de San Cher lo que hizo fue una subdivisión de los mismos para facilitar el encuentro de las palabras a partir de su concordancia.

La difusión de estas divisiones fue tan bien recibida, que incluso por razones prácticas fue adoptada por los propios judíos. El rabí Salomón Ben Ismael, las insertó por primera vez en manuscritos del texto hebreo alrededor del año 1330 d.C. (Plummer, 2010).

  1. La Actual División en Versículos

Algunos han atribuido erróneamente la actual división de versículos al rabino Mardoqueo Natán. En realidad, él no hizo esa división tal y como la conocemos ahora, pero lo que sí hizo fue subdividir con números (y no con letras) los capítulos propuestos por Stephen Langton para el Antiguo Testamento. Inspirado en la gran utilidad de la Concordancia de Hugo de San Cher, se puso a trabajar en una concordancia hebrea para uso de los judíos. Principió esta obra en el año de 1438, y la concluyó en el de 1445. (Bergier, 1831).

Sanctes Pagnino (1470-1536), fue un católico dominico, que en el año de 1528 imprimió una Biblia en latín conocida como la “Veteris et Novi Testamenti nova translatio”, la cual ganó buena aceptación entre los rabinos por su adhesión literal al texto hebreo. (Enciclopedia Católica, Santes Pagnino). Él también subdividió en versículos numerados, los capítulos propuestos por Stephen Langton. Para el Antiguo Testamento siguió más o menos los versos masoréticos. Los versículos que puso para el Nuevo Testamento eran tres o cuatro veces más largos que los actuales. (Schaff, 1882-84). Aun así, la subdivisión de Pagnino nunca fue ampliamente adoptada.

Robert Estienne (1503-1559) [en latín Robertus Stephanus], fue un prestigioso impresor y humanista francés. Debido a que él se identificó con el movimiento protestante, experimentó la hostilidad de los teólogos católicos de La Sorbona, por lo cual se vio obligado a dejar París para radicarse en Ginebra (Suiza). En el año de 1551, él imprimió un Nuevo Testamento Griego, en el cual apareció por primera vez nuestra actual división de versículos para esa parte de la Biblia. (Encyclopedia Britannica, Robert Estienne I). En el año de 1555, imprimió toda la Biblia en latín, y esa fue la primera vez en que la Biblia apareció con la división completa de capítulos y versículos que poseemos en la actualidad. Para los libros del Antiguo Testamento y para los deuterocanónicos, él adoptó con algunos retoques la división hecha por Sanctes Pagnino. Los números de los capítulos y de los versículos no estaban inmersos dentro del texto bíblico, sino en las márgenes. (Slick, 2008).

En 1565, Teodoro de Beza inscribió los números de los versículos propuestos por Robert Estienne, en el interior del texto mismo. (Slick, 2008).

En 1569, Casiodoro de Reina publicó en Basilea (Suiza), la primera traducción completa de toda la Biblia al idioma español, y en ella incluyó la división actual de capítulos y versículos.

En 1572, Arias Montano introdujo definitivamente la división actual de versículos en la Biblia hebrea, en su gran obra exegética, la Políglota de Amberes. (Tábet, 2004).

En 1592, El Papa Clemente VIII, hizo publicar una nueva versión de la Biblia en latín para uso oficial de la Iglesia Católica, y en ella se incluyó la división actual de capítulos y versículos. (Álvarez, 1999).

Así que finalizando el Siglo XVI, los judíos, los protestantes y los católicos habían aceptado la división en capítulos introducida por Stephen Langton y la subdivisión en versículos introducida por Robert Estienne. De manera que, desde entonces, estas divisiones en capítulos y versículos ganaron aceptación como una forma estándar para localizar las porciones de la Escritura y se impusieron en el mundo entero.

  1. Críticas al Arreglo Actual de Capítulos y Versículos

El hecho de contar con un sistema normalizado de capítulos y versículos para referirse a las partes de la Escritura es de una bondad indiscutible. Sin embargo, la actual división en capítulos y versículos ha recibido justas críticas, pues en varias ocasiones los capítulos de Stephen Langton no respetan la unidad del discurso, y del mismo modo los versículos de Robert Estienne aparecen en medio de una oración, pensamiento o frase, en lugar de formar párrafos convenientes y lógicos. Por ende, cuando vamos a interpretar la Biblia debemos ignorar esa división, entendiendo que su único propósito es el de facilitar la referencia. Algunas ediciones modernas han intentado rescatar la unidad del discurso al añadir subtítulos, pero, aun así, el estudiante de la Biblia siempre debe tener presente que dichos subtítulos son arreglos de los editores, y que estos no forman parte del texto sagrado original.

Como ilustración de las divisiones deficientes de los capítulos, mostramos estos ejemplos:

– El relato de la creación de Génesis 1, no termina realmente en el versículo 1:31, sino en la mitad del versículo 2:4 con la frase: “Estos son los orígenes de los cielos y la tierra cuando fueron creados”. Por lo cual, el capítulo 2 del libro del Génesis, que habla sobre Adán y Eva en el Huerto del Edén, en realidad debió haber empezado con la otra mitad de lo que ahora se conoce como el versículo 2:4, o sea con la frase: “Cuando YHWH Dios hizo la tierra y los cielos”.

– Génesis capítulo 9, toca dos asuntos distintos. En Génesis 9:1-17 se está hablando del pacto que Dios hizo con Noé y con sus hijos, del cual ya se venía hablando desde Génesis 8:15. Mientras tanto, en Génesis 9:18-29 se está hablando de Noé y su descendencia, que es un relato que continúa en el capítulo 10.

– Isaías 53 habla de la profecía de Jesucristo en su rol de Siervo del Señor, pero en realidad este tema fue empezado en Isaías 52:13, con las palabras: “He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto”.

– El Sermón del Monte, es un solo relato que abarca los capítulos 5, 6 y 7 de Mateo. Si esto no se tiene en cuenta, se pierde la unidad conceptual.

– En el libro del Apocalipsis, hay temas que incluyen varios capítulos, por ejemplo, el Cordero desatando los 7 sellos (Apocalipsis 6:1-8:5), las 7 trompetas (Apocalipsis 8:6-11:19), y las 7 plagas postreras (Apocalipsis 15:1-19:21).

De igual modo, como ilustración de las deficiencias en las divisiones de los versículos, podemos mostrar estos ejemplos:

– En el Salmo 19, la última línea del versículo 4 debió ser la primera línea del versículo 5, pues al igual que los versículos 5 y 6 se refiere al sol, el cual sin pronunciar ni una sola palabra, da testimonio por toda la tierra de la gloria del Dios Creador.

– Para hallar el sentido completo de ciertos Proverbios, debemos tomar más de un versículo. Por ejemplo: “No robes al pobre, porque es pobre, ni quebrantes en la puerta al afligido, porque Jehová juzgará la causa de ellos, y despojará el alma de aquellos que los despojaren” (Proverbios 22:22-23). Y también: “No tengas envidia de los hombres malos, ni desees estar con ellos, porque su corazón piensa en robar, e iniquidad hablan sus labios” (Proverbios 24:1-2).

– Para hallar el sentido completo de ciertas frases, por lo general debemos tomar más de un versículo. Por ejemplo: “Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo, como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; salvación de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos aborrecieron; para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo pacto, del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, que nos había de conceder que librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días” (Lucas 1:67-75).

– Romanos 2:5 termina con una frase incompleta que debió incluir el contenido del versículo 6, a fin de aclarar en una sola porción que Dios es quién pagará a cada uno conforme a sus obras.

– En Apocalipsis 20 se habla de las dos resurrecciones. La primera resurrección ocurre antes del milenio, y la segunda resurrección después del milenio. Por lo tanto, la frase “Esta es la primera resurrección”, no debió terminar el versículo 5 sino que debió empezar el versículo 6. Es evidente que, si los muertos del versículo 4 aparecen ya resucitados, y los otros muertos no vuelven a la vida sino después de los mil años, la primera resurrección no puede ser la de los del versículo 5, sino la de los del versículo 4. La frase: “Pero el resto de los muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años”, se trata de un obvio paréntesis entre lo tratado en el versículo 4 y lo que continúa en el 6.

Basándose en un comentario poco claro del hijo de Estienne, algunos estudiosos han afirmado que el impresor hizo sus divisiones de los versículos mientras viajaba a caballo de París a Lyon (lo que explica los saltos a veces no naturales). Lo más probable es que la intención del hijo de Estienne fue la de decir que su padre dividió el texto mientras descansaba en posadas durante el viaje. (Plummer, 2010).

Conclusión: El Antiguo y el Nuevo Testamento, en cuanto podemos juzgar por el testimonio antiguo, y por los manuscritos hebreos, samaritanos, griegos y latinos, siempre han sido divididos en porciones cortas y manejables, y poco importa si los llamamos capítulos o párrafos. La división de los libros de la Biblia fue la obra de muchas personas durante muchos años. Las primeras divisiones fueron hechas con un propósito de lectura litúrgica, pero luego también se añadieron divisiones con el propósito de facilitar el estudio detallado. Nuestra división actual de capítulos fue terminada por Stephen Langton, pero fue aceptada universalmente debido al prestigio de la Universidad de París que editó la Biblia Parisina, una versión que contenía las divisiones de Langton. La actual división en versículos propuesta por Robert Estienne, fue aceptada universalmente debido al prestigio que éste tenía como impresor. A finales del Siglo XVI, los protestantes, los judíos y los católicos, ya habían adoptado nuestra división actual de capítulos y versículos, que desde entonces se hizo universal. Dichas divisiones han recibido justas críticas, ya que en muchas ocasiones los capítulos no conservan la unidad del discurso, y los versículos no mantienen la continuidad de las frases. Sin embargo, la posibilidad de citar uniformemente una parte de la Biblia en cualquier parte del mundo es una bondad que sobrepasa a los errores de unidad conceptual. Muy difícilmente otro sistema podría reemplazar al actual.

 

Referencias

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[1] Sin embargo, McClintock y Strong dicen esto en su Enciclopedia Bíblica, en la entrada ‘Versículos’: “En Hechos 13:33, el segundo salmo es citado por su número, pero en algunos de los mejores manuscritos la lectura aquí es ‘el primer salmo’. En el versículo 35, se dice: ‘en otro salmo’, sin referirse a su número, y es la opinión de Kuinol que la verdadera lectura en el versículo 33 es simplemente ἐν ψαλμῶ, ‘en un salmo’”. Recuperado el 1 de mayo de 2024, de http://www.biblicalcyclopedia.com/V/verse.html.

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